La uno
*Por Samantha Vaccari
Conocí a Ángela Bernasconi de casualidad, un nombre más entre los 1215 registros de tesis doctorales de la Biblioteca Digital de la FCE-UBA. Su tema de estudio, a priori, no tenía nada que ver con el mío, así que en un principió no me interesé lo más mínimo por ella. El título de su tesis rezaba: Del régimen administrativo y económico de los ferrocarriles argentinos. Pero el año en el que se publicó llamó mi atención: 1918. Aprobada con “distinguido” en 1919.
Una búsqueda rápida en internet confirmó que Ángela había sido la primera mujer en obtener el título de Doctora en Ciencias Económicas por la Universidad de Buenos Aires. Habemus una pionera. Si bien intenté ir más allá de mis límites (es decir, de las dos primeras páginas de Google) los datos que encontré sobre ella fueron y siguen siendo escasos. Pasó por las aulas de la Escuela de Comercio Dr. Antonio Bermejo, primera Escuela de Comercio de Mujeres de la Nación. Sabemos que se doctoró el mismo año en el que se publicó el Manifiesto liminar, aunque no sabemos cuál fue su relación con la Reforma de 1918. De acuerdo con un Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, en 1926 fue designada por el inspector general de enseñanza Pascual Guaglianone junto a otros docentes (todos varones) para formar una comisión revisora de Textos de Contabilidad y Materias afines. Allí se mencionaba que la Doctora Bernasconi era, además, Directora de la Escuela de Comercio de Ramos Mejía. En una nota al pie de una página de Wikipedia se afirma que a partir de 1929 fue directora fundadora de la Escuela Nacional de Comercio N° 4. Lo último que supe de ella fue que en 1935 recibió en su escuela la visita de la profesora italiana Regina Terruzzi. El diario La Prensa que cubrió el evento aquel día señalaba que Terruzzi era presidenta de la Federación Nacional Fascista de entidades rurales. Si bien no pude hallar más información sobre este episodio, creo que tengo suficientes motivos para pensar que la vida de Ángela fue realmente interesante.
Por aquellos años, el hecho de ser Dr. en Ciencias Económicas suponía una novedad. La Universidad de Buenos Aires había creado la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) en 1913 y el doctorado tan solo un año después. La Licenciatura en Economía sería lanzada posteriormente en 1953, o sea, en el 40° cumpleaños de FCE. Por si algún economista lo dudaba, lxs contadores siempre estuvieron y estarán, de aquí a la eternidad.
Si se busca por fecha en el repositorio de tesis doctorales de la Biblioteca Digital de FCE, encontraremos que el trabajo de Bernasconi figura -por algún motivo que desconozco- ubicado en el año 1921. La facultad llevaba coronados 79 doctores en Ciencias Económicas hasta el momento, aunque ninguno de ellos era mujer. De hecho, si observan la carátula del archivo digitalizado verán que le corresponde a Bernasconi, Ángel y no a Bernasconi Ángela. Posiblemente se deba a un error de tipeo, este tipo de equivocaciones suceden a menudo, aunque reconozco que una parte de mi desconfiaba de la autoría de Ángela. Bajo mi sistema de creencias, lo más lógico es que hubiera sido Ángel. No tenía ni idea de que las mujeres argentinas hubieran empezado a cultivar carreras académicas en Economía antes de poder votar. Y no lo creía porque a pesar de todo lo que decidí hace mucho tiempo trabajar el tema, todavía me cuesta no imaginar a la economía como una “tierra de varones”. Pero sobre eso no vamos a hablar el día de hoy. Eso ya lo hicimos acá y acá. Volvamos con Ángela.
Al momento de entregar su tesis el Decano era Carlos Rodríguez Etchart y el vicedecano José Leon Suárez, ambos impulsores y fundadores de la FCE-UBA. Al igual que lxs estudiantes del siglo XXI escriben sobre problemáticas de su tiempo (¡qué de moda que está la deuda!), en las primeras décadas del siglo XX ocurría lo mismo. Si bien es cierto que el primer texto que encontré sobre ferrocarriles es el de Bernasconi, algunas cuestiones como los movimientos migratorios en argentina, industria, agricultura y transporte eran los principales ejes de debate.
Me hubiera gustado poder hacer una revisión crítica de la tesis de Ángela, estudiar similitudes y diferencias con la situación actual así como recuperar algunas de sus ideas. Analizar qué tan vigente se encuentra hoy en día su pensamiento. Pero sinceramente habría sido una estafa. Como comenté en un principio, economía del transporte no es lo mío, y en mi opinión, el ejercicio sano de la profesión implica abstenerse de temáticas que nos son ajenas. Así que creo que la mejor forma de presentar a Ángela es a través de sus palabras, y no opinar sobre un tema del que sabía mucho más que yo. Prefiero compartir su introducción, en la que explica en qué se basó su decisión a la hora de estudiar el sistema ferroviario nacional. He aquí unas palabras:
La actualidad de las cuestiones ferroviarias que de unos años a esta parte se mantiene latente entre nosotros, nos ha atraído al tiempo de elegir tema para la disertación que, mediante vuestro autorizado dictamen, está destinada a coronar la carrera de nuestra elección, con el honroso título de Doctor en Ciencias Económicas.
Y si los temores de una insuficiente capacidad nos hicieron vacilar en la afrontación de la materia que nos interesara hasta que el entusiasmo y la voluntad consiguieron imponerse, hoy no son menores nuestras dudas sobre los méritos que esta humilde compilación pueda ofrecer a vuestro ilustrado criterio. […]
Tanto interesan los problemas ferroviarios, que a su solución y desarrollo háyase íntimamente subordinada la prosperidad de nuestro país, a cuya riqueza peculiar no le es dado desplegarse ajena a la influencia del riel a través de nuestro extenso territorio.
Con esta convicción nos hemos atrevido a considerar, bajo las acepciones que distinguimos en los diversos capítulos, esta valiosa organización de la actividad nacional, y si a ello dispensáis vuestra autorizada aprobación, quedarán ampliamente colmadas nuestras aspiraciones.