Michèle Pujol: la historia que merece ser contada
*Por Samantha Vaccari
Conocí a Michèle Pujol gracias a las librerías electrónicas y a Cristina Carrasco Bengoa. Las primeras, porque me permitieron acceder a una gran cantidad de libros gratis que, de otra forma, no habría podido comprar, como por ejemplo: Mujeres economistas de Luis Perdices de Blas y Elena Gallego Abaroa. Este libro, que se propone recopilar los aportes de las mujeres a la ciencia económica y a su divulgación durante los siglos XIX y XX, incluye un capítulo, escrito por Carrasco, y dedicado enteramente a Pujol.
Nacida en Níger, querida en todas partes
De acuerdo con Wikipedia, la primera fuente de información a la que una millenial con celular suele recurrir en estos tiempos, Michèle Pujol nació en la ciudad de Madaoua, República de Níger* el 20 de abril de 1951. Era hija de un administrador colonial francés, y vivió los primeros años de su vida en Tahití. Desde la Polinesia Francesa llegó a París donde estudió matemática y economía y, posteriormente, continuó sus estudios universitarios en Estados Unidos, en la Universidad del Estado de Washington. Finalmente, según relata Carrasco Bengoa, se trasladó a Canadá, donde realizó el doctorado en Economía en la Universidad Simon Fraser, obteniendo el PhD en 1989. Tan solo 8 años más tarde moriría de cáncer. Pujol falleció el 2 de agosto de 1997, a los 46 años, en su casa y acompañada por su pareja, Brook Holdack. Hacía 5 meses que le habían diagnosticado la enfermedad. En abril, ya habían determinado que tenía metástasis.
Decir que Michèle Pujol fue economista, feminista y académica francesa es quedarse corta. También fue una docente querida y respetada por sus estudiantes, activista por los derechos humanos y poeta.
Entre 1980 y 1988 dio clases de economía y de estudios de las mujeres (Women ‘s Studies) en la Universidad de Manitoba (Canadá), donde empezó a coordinar ambos estudios a partir de 1984. Dicha universidad decidió no renovarle el contrato en 1988 debido a su militancia lesbiana, por lo que Michèle Pujol tuvo que combinar la finalización de su tesis doctoral con un trabajo de cajera en unos grandes almacenes (Carrasco, 2007, p.464).
De 1990 a 1997 continuó siendo docente en la Universidad de Victoria (Canadá), donde además de impartir clases sobre estudios de las mujeres, también desarrolló el primer curso de estudios lésbicos. Es en esta etapa en la que participó activamente en la creación de la International Association for Feminist Economics (IAFFE) y de su revista asociada, Feminist Economics, que continúan en actividad hasta la fecha.
Su actividad política, se concentró en el movimiento feminista, el movimiento antirracista y los derechos LGBTI+. Formó parte de la Sociedad Gay y Lesbiana de Winnipeg (Canadá), del Comité de Acción por la Situación de las Mujeres de Manitoba y del Grupo por el Desarrollo Económico de las Familias Nativas.
Christine St. Peter, en su artículo Michèle Pujol, The University of Victoria and Beyond, cuenta los problemas a los que se tuvo que enfrentar la economista a causa de su militancia. En la Universidad de Victoria, Michèle creó para un curso introductorio un pequeño ejercicio en el aula opcional, sin calificar y basado en la experiencia, al que llamó Lesbian Walk. Se pidió a las estudiantes que caminaran por el campus, durante diez minutos, tomadas de la mano; esto les daría a las mujeres heterosexuales la oportunidad de caminar, muy brevemente, en el lugar de las lesbianas. (St. Peter, 1992, p. 137). Es decir, de reflexionar acerca de lo difícil (y peligroso), que resultaba no cumplir con la heteronorma. Tras tres años en los que la actividad recibió buenas críticas en el aula, una estudiante acudió a la prensa de la ciudad, alegando acoso, como mujer heterosexual, por parte de una profesora lesbiana. (St. Peter, 1992, p. 138). Dada la temática, el escándalo se nacionalizó pronto y Pujol tuvo que explicar sus métodos de enseñanza a través de la prensa escrita, la radio y la televisión. Christine St. Peter, colega y amiga de Michèle, presenció el dolor de las acusaciones falsas y la enorme cantidad de trabajo que implica responder a los cargos, así como también el apoyo inmediato y unánime de los estudiantes al valor de ese ejercicio. Incluso antes de su muerte, lxs estudiantes de Michèle crearon lo que ahora es un evento anual: una “Marcha Lésbica en Memoria de Michèle Pujol”, alegre, ruidosa y en todo el campus, una celebración y afirmación de la lucha contra el heterosexismo. (St. Peter, 1992, p. 139)
La acadé
El activismo político de Michèle Pujol se refleja en cada una de sus obras, siendo la más destacada Feminism and Anti-Feminism in Early Economic Thought, donde el objetivo es doble: por un lado, se trata de una crítica al androcentrismo de la teoría económica, a través de la reinterpretación de textos clásicos, cuyo análisis empieza con Adam Smith y termina en A.C Pigou. Por otro, se esfuerza en recuperar los aportes de las mujeres economistas a la historia del pensamiento económico, poniéndoles nombre y apellido, retirándolas del olvido y reproduciendo sus palabras.
En la introducción de Feminism and Anti-Feminism, Pujol destaca cuatro aspectos característicos de la ciencia económica: en primer lugar, a diferencia de otras ciencias sociales, la economía tiene dificultades (por no decir que es incapaz) de aceptar rupturas conceptuales planteadas por una perspectiva de género y/o feminista.
En segundo lugar, también a diferencia de otras disciplinas, la economía está bajo control hegemónico de un único paradigma, -el conservador, apologético y pro-capitalista-, neoclásico. Citando a Martha MacDonald, la economista francesa subraya que esta hegemonía ha hecho muy difícil encontrar respuestas a las preguntas en las que las economistas estaban interesadas (la falta de contexto, diría Adrienne Rich), dado que la mayoría de los economistas tienen un compromiso ideológico con el libre mercado y pasan su vida intentando refutar afirmaciones que lo cuestionan. Estos economistas prestan poca atención a las quejas de las mujeres de que los mercados las tratan injustamente, y a sus demandas acerca de que el estado debería intervenir en el mercado en el nombre de las mujeres (Pujol, 1992, p.4).
En tercer lugar, en el paradigma neoclásico (enfocado en relaciones de intercambio) quedan excluidas las actividades ajenas al mercado. Se falsea la realidad al excluir del análisis un trabajo absolutamente necesario para la sostenibilidad de la vida humana realizado fundamentalmente por las mujeres. (Carrasco, 2007, p.470)
Por último, y en palabras de Pujol: en sus supuestos, la economía neoclásica simplifica y estereotipa la naturaleza de las vidas de las mujeres, sus relaciones sociales y económicas. Las mujeres suelen ser vistas como esposas y madres, miembros de familias nucleares donde son dependientes económicamente del marido y la familia es descrita como un unidad armoniosa y consensuada. El supuesto de competencia perfecta sirve para ofuscar la naturaleza de los problemas que las mujeres encuentran en el mercado laboral. También sirve para predecir que estos problemas desaparecen como resultado de la competencia. En el caso de Becker (1971) predice que la discriminacion basada en la raza o el sexo desaparecera con el tiempo a medida que los empleadores que discriminan sufran de la competencia. […] Estos sesgos sólo pueden conducir a conclusiones teóricas que refuerzan y justifican el statu quo capitalista, patriarcal y racial. (Pujol, 1992, p. 8)
Dado que Alfred Marshall es uno de los fundadores de la economía neoclásica y A.C Pigou su principal discípulo, para Pujol resulta fundamental el estudio de los escritos de ambos economistas para entender el tratamiento que se da a las mujeres en la estructura teórica de la economía neoclásica contemporánea (Carrasco, 2007, p.481).
De Marshall, critica la concepción de las mujeres como cuidadoras naturales, como seres poseedores de cualidades (femeninas) como la ternura y la carencia de egoísmo que las convierten en idóneas para habitar el ámbito doméstico. En palabras de Cristina Carrasco Bengoa:
En consecuencia, sostienen que las mujeres no deben trabajar en el mercado de forma remunerada, ya que eso les haría olvidar sus obligaciones maternas, causando la degradación de la clase obrera. Además, la mortalidad infantil estaría directamente ligada al empleo femenino. Siguiendo a Marshall, la mortalidad infantil es mayor “especialmente en aquellas ciudades donde hay muchas madres que olvidan sus deberes maternos por salir a ganar un salario” (Marshall, 1961, p. 198), “… un aumento salarial casi siempre reduce la tasa de mortalidad, excepto si se ha obtenido pagando el precio del olvido de las madres de sus deberes para con sus hijos e hijas” (Marshall, 1961, 529). (Carrasco, 2007, p.482).
Para Michèle, las ideas de Marshall son de tipo subjetivo y carecen de rigurosidad, no sólo al no tener fundamento estadístico, sino también a la hora de descartar un análisis que incluya la correlación con otras variables tales como la alimentación o la duración de la jornada laboral. Sus intenciones a la hora de relegar a la mujer a la esfera reproductiva e institucionalizar la división sexual del trabajo resultan evidentes.
Si bien algunxs podrían argumentar que esta concepción (arcaica) de la mujer, no refleja las ideas del pensamiento neoclásico reciente, vale recordar que en Tratado sobre la familia de Gary Becker (1981), el ganador del Nobel considera a la familia como una unidad de decisión que actúa con el objetivo de maximizar su función de utilidad, donde cada miembro se especializa en el hogar o en el mercado, según tenga mayores ventajas comparativas. Y por supuesto, la mujer tiene mayores ventajas comparativas en materia de trabajo reproductivo y de cuidados. Es decir que la capacidad biológica de procrear hace a las mujeres (por naturaleza y por voluntad) las más idóneas para realizar las tareas domésticas, como asignaciones naturales que aceptan voluntariamente, sin considerar la carga social y cultural que tienen las tareas domésticas y de cuidado. (Anzorena, 2009, p.4). Lo mejor: el trabajo de Becker es en realidad una continuación de las conceptualizaciones realizadas por Margaret Reid, profesora en la Universidad de Chicago. Becker no cita a Reid en su texto.
Otra crítica que realiza Pujol, esta vez a Pigou, es en relación a la determinación de los salarios. Para la autora, los salarios y las condiciones de empleo de las mujeres ponen a prueba, […], la universalidad de la teoría de la productividad marginal. (Carrasco, 2007, p.471). La evidencia de que el mecanismo de la productividad marginal no se cumple, lleva a Pigou a definir un “salario justo”, es decir “cuando son proporcionales a la eficiencia” y que en el caso de las mujeres no se aplica porque: 1) sus responsabilidades familiares restringen su libertad de movimiento a la hora de conseguir empleos mejor pagos y 2) porque al tratarse de un grupo poblacional cuya participación en el mercado laboral es, a menudo, intermitente e inestable, esto las hace vulnerables y susceptibles de ser explotadas (o sea, de recibir salarios por debajo de su producto marginal). Teniendo en cuenta esta “injusticia salarial” estructural, a continuación, Pigou propone tratar a las mujeres como un tipo especial de trabajador, para los cuales rige una categoría específica de salarios. De esta manera, al analizar los diferentes grupos de la clase trabajadora de forma separada, la idea de “salario justo” pierde su carácter universal.
Michèle, harta, afirma que el análisis de Pigou es inconsistente, oportunista, poco riguroso y con sesgo sexista (Carrasco, 2007, p. 483).
El legado
Además del texto citado, Pujol inició antes de su muerte valiosos proyectos que quedaron inacabados, aunque algunos han sido publicados gracias a su amiga y co-escritora Janet Seiz. En 2004, bajo la dirección de Seiz se publicó Female Economic Thought up to 1940, libro que contiene alrededor de 10.000 referencias de artículos y obras sobre temas económicos escritos por mujeres entre 1770 y 1940.
En mi opinión, el legado más importante de Michèle Pujol, ha sido el de narrar y revisar la historia. Narrar las historias de vida, y las ideas, de aquellas mujeres invisibilizadas en la ciencia económica y revisar los supuestos que justifican la división sexual del trabajo bajo el régimen patriarcal.
Los nombres de los hombres a los que Pujol ha refutado a menudo son pronunciados con solemnidad en los cursos de historia del pensamiento económico, micro y macroeconomía, y nos acompañan a lo largo de la carrera día tras día. Sin embargo, las consecuencias de estas ideas y su impacto en la vida de las personas no siempre es sometido a crítica, y cuando ocurre, suelen ser momentos ligados a la ideología y subjetividad del profesor de turno, más que a cierta planificación educativa.
Michèle Pujol dejó un espacio en el estudio de la teoría económica (y de la historia del pensamiento económico) que a día de hoy sigue vacante. Su ausencia física nos duele así como nos duele la ausencia simbólica de todas aquellas que existieron y fueron borradas. De todas aquellas cuyas voces fueron expropiadas en pos de uno (o varios) tratados en donde el espacio para la autoría era demasiado pequeño para los dos, o al menos si uno de ellxs no era un varón. En pos de una trascendencia ganada al servicio de la defensa del statu quo.
Al igual que Cristina Carrasco Bengoa**, quiero terminar este texto con uno de los poemas de Michèle Pujol, y darles la bienvenida a esta nueva etapa de Historias Económicas.
*No, Níger y Nigeria son dos países distintos, sus nombres provienen del río Níger que los atraviesa, en el primero se habla francés y en el segundo principalmente inglés. Para más información: https://www.lareserva.com/diferencias_entre_niger_y_nigeria
**Trabajo sin el cual no habría podido realizar este, y que recomiendo ampliamente. Carrasco Bengoa, C. (2007) Michèle Pujol: historiadora del pensamiento económico. En Perdices de Blas- Gallego Abaroa (Coord.) Mujeres Economistas (pp. 463–492). Madrid, España: Ecobook — Editorial del Economista.