¿Quién fue Silvio Gesell?
*Por Samantha Vaccari
Jean Silvio Gesell, más conocido como Silvio Gesell, nació en 1862 en el municipio de Sankt-Vith, por aquel entonces parte de Alemania y actualmente territorio belga. Fue el séptimo de nueve hijos en el seno de una familia de clase media-baja, lo que le impidió cursar estudios universitarios por lo que siempre fue autodidacta. Su padre, Ernesto Gesell trabajaba como recaudador de impuestos del Imperio Alemán.
Silvio empezó a trabajar a los 16 años en el Reichspost, el servicio postal estatal del Imperio, y al poco tiempo cambió de oficio para ser ayudante en el comercio de su hermano Paul en Berlín. Allí, se dedicó a la venta de instrumental quirúrgico para odontólogos durante un tiempo, hasta que en 1882 viajó a Málaga donde vivió durante dos años en los que aprendió a hablar y escribir español fluidamente. Los motivos de su viaje y permanencia no resultan claros. Mientras que algunas fuentes afirman que se trasladó allí como corresponsal de la empresa berlinesa, otras indican que una vez en la ciudad española, trabajó en la bodega “Heredia Hermanos” donde se ocupó de la correspondencia del negocio.
En 1887, a sus 25 años, Gesell pisó por primera vez suelo argentino. Hacía apenas dos años que había terminado la última campaña de la Conquista del Desierto y Juárez Celman era presidente. Con ayuda de Paul, abrió una sucursal de lo que sería el inicio de la Casa Gesell. En este nuevo emprendimiento, además de los instrumentos odontológicos y de farmacia que ya comercializaba en Alemania, incorporó otros productos hasta llegar a especializarse en artículos para bebés, por los cuales la Casa Gesell se hizo famosa. Una vez logró establecerse en Argentina, invitó a su novia, Anna Botterg, con quien se casó ese mismo año, ni bien el barco hizo escala en Montevideo para luego ingresar como matrimonio en nuestro país. Juntos tuvieron cuatro hijos nacidos en Buenos Aires, y el tercero de ellos, Carlos Idaho Gesell, fue el fundador de Villa Gesell a mediados de la década de 1940. En Las fundaciones de Villa Gesell, de Mónica García y Claudia Palavecino, se explica que, si bien la intención de Carlos era nombrar a la ciudad Villa Silvio Gesell; Ricardo Levene, presidente de la Comisión de Museos, Monumentos y Lugares Históricos en aquel momento, denegó la denominación y no fue hasta que asumió el gobierno de Perón -de quien se especula conocía la obra de Silvio- que se adoptó el nombre final.
Pensamiento económico
Recientemente el sello editorial del Ministerio de Economía “Manuel Belgrano” publicó su segundo libro: Silvio Gesell. Obra argentina, de descarga gratuita, que recopila una serie de textos del autor en castellano. En el prólogo, escrito por el actual Secretario de Política Económica, Haroldo Montagu, se destaca que aunque Gesell es considerado uno de de los autores argentinos más reconocidos a nivel mundial, su pensamiento es relativamente desconocido para lxs economistas locales.
La forma que tenía Silvio de dar a conocer sus ideas a menudo consistía en mandar cartas y folletos a las personalidades que consideraba pertinentes, y como señala Rodrigo López en el artículo introductorio del libro citado anteriormente, es sabido que mantuvo correspondencia con John Maynard Keynes e Irving Fisher. En el ensayo de López se dice que incluso Albert Einstein llegó a interesarse por las reflexiones de Gesell.
A lo largo de la Teoría General, Maynard cita a Gesell en numerosos pasajes, llegando a dedicarle una sección entera que empieza: Es conveniente citar aquí al raro e indebidamente olvidado profeta Silvio Gesell (1862–1930), cuyo trabajo contiene destellos de profunda perspicacia y estuvo al borde de captar la esencia del asunto. Se refiere, por supuesto, a que Silvio logró comprender las posibles deficiencias de la demanda efectiva, pero a su juicio, no llegó a completar una teoría de la tasa de interés.
Quizás la frase más famosa que le dedica, es aquella en la que asegura que en el futuro, el legado de Gesell será más importante que el del propio Marx.
Al igual que Gordon Comstock, el protagonista de la novela de Orwell titulada Que no muera la aspidistra, la obsesión de Gesell era el dinero. En su obra principal, El Orden Económico Natural (1916), de las cinco partes que la componen, dos están dedicadas a tratar El dinero tal cual es y El dinero como puede y debe ser. Sin lugar a dudas, la crisis política y financiera que se vivió en Argentina en 1890 tuvo gran impacto en su concepción acerca de la función de la moneda, y en palabras de Werner Onken, a diferencia de Marx, para Gesell: La explotación del trabajo humano no tiene su origen en la propiedad privada de los medios de producción, sino que se da principalmente en la esfera de la distribución debido a defectos estructurales del sistema monetario.
Para Silvio, el rol del dinero albergaba contradicciones, en tanto era un medio de cambio que facilitaba las transacciones, pero a la vez se trataba de un instrumento de poder capaz de dominar el mercado. Dicho poder provenía de dos características esenciales de aquello que se denomina dinero convencional: en primer lugar, su capacidad de ser atesorado, es decir, el hecho de que podía ser retirado (eliminado) temporalmente del mercado con fines especulativos sin exponer a su portador a pérdidas significativas. Y, por otro lado, debido a su alto grado de liquidez, de tal manera que podía (y puede) ser utilizarlo en cualquier tiempo y lugar. De esta forma, aquellas personas que poseían grandes cantidades de dinero, podían interrumpir el flujo de la actividad económica y es precisamente este poder de perturbación el que habilitaba a los poseedores de dinero a exigir el pago de intereses como recompensa por abstenerse de acumular y especular.
Siguiendo a Onken, en su trabajo The Political Economy of Silvio Gesell: A Century of Activism, dado que la circulación del dinero depende de si aquellos que lo tienen facilitan su circulación o no, el dinero no puede fluir “automáticamente” como la sangre en el cuerpo humano. El control por parte del Estado es entonces limitado, y en el curso del ciclo económico, cuando las tasas de interés a la baja provocan que se eliminen grandes cantidades de dinero del mercado (a la espera de inversiones más rentables), el resultado es el estancamiento económico y el desempleo.
La propuesta de Gesell para “desempoderar” el dinero, se basaba en separar los medios de cambio de los medios de ahorro. Tras realizar una amplia crítica del patrón oro, propone “empeorar el dinero como mercancía” y la puesta en circulación de la libremoneda. La libremoneda sería emitida netamente como medio de cambio de mercancías y perdería valor semanalmente en el caso de no ser utilizada por su tenedor. De este modo, la circulación monetaria estaría siempre presionada, ya que nadie querría afrontar pérdidas. Además, ante el problema que suponía la limitación de la especulación financiera en moneda, Gesell planteó la necesidad de disponer de tierra libre con el fin de suprimir su carácter de mercancía comerciable y objeto de ganancia especulativa. Para ello, sugirió realizar expropiaciones (compensando a los antiguos propietarios) y luego arrendar las distintas parcelas mediante un sistema de subastas, por un tiempo determinado.
Así, los ingresos por arrendamiento de la tierra permitirían obtener financiamiento propio sin tener que recurrir al incremento de impuestos. En el razonamiento de Silvio, dichos ingresos dependían de la densidad de población y esta, a su vez, de la voluntad de las mujeres de tener y criar hijos. Por esta razón, concluyó que lo más justo sería distribuir las ganancias de los alquileres en forma de pagos mensuales, para compensar a las madres por su trabajo en la crianza de los hijos.
Experimentación y legado
En 1911 Silvio Gesell dejó el negocio familiar en manos de sus hijos Ernesto y Carlos y partió nuevamente hacia Alemania, donde vivió en una comuna vegetariana fundada por el sociólogo y economista Franz Oppenheimer en Oranienburg, al norte de Berlín. Durante los años de la Primera Guerra Mundial se estableció en Suiza, para luego volver a Munich una vez finalizado el conflicto, momento a partir del cual se dedicó a escribir y compilar su manuscrito.
Transcurrido este acotado período de paz, en 1919 fue reclamado por los socialistas para ser Ministro de Finanzas (en realidad, Representante Popular de Finanzas) en la República Soviética de Baviera. Inmediatamente, redactó una ley para la creación de la libremoneda, aunque esta nunca vió la luz ya que a la semana de haber asumido, los comunistas tomaron el poder, lo destituyeron y arrestaron junto al resto del gobierno. Rodrigo López relata que el mismo Gesell se encargó de su propia defensa ante el tribunal, donde los desafió a que rebatieran su teoría monetaria, actitud similar que solía tener en Buenos Aires. Si bien en nuestro país, la competencia intelectual siempre se saldaba a base de dinero, en Baviera corría el riesgo de ser fusilado, y para sorpresa de muchos (o de nadie) Gesell fue liberado.
Tras estos eventos, y luego de una breve estancia en Argentina en 1924, se asentó definitivamente en Oranienburg en 1927. Allí murió de neumonía en 1930.
Si bien Silvio nunca llegó a ver en vida los resultados de la aplicación de su teoría, el momento llegaría. El corto titulado Prólogo de Lucas Figueroa, narra historias simultáneas, una de ellas la de Michael Unterguggenberger, un maquinista de un pueblo de Austria llamado Wörgl, quien durante su juventud leyó El Orden Económico Natural. Al momento de enfrentarse a la Gran Depresión de 1929, Michael ya no era maquinista sino el alcalde del pueblo y decidió reabrir la imprenta municipal y crear una nueva moneda, los Schillings que perdían valor cada mes. Como nadie quería guardar el dinero y se dedicaban a gastarlo, en menos de un año el empleo y la actividad económica repuntaron a tal punto que se construyó el mito de “El milagro de Wörgl” y cerca de 200 ciudades alrededor pusieron en práctica el mismo sistema.
Sin embargo, el problema de algunos milagros es que pueden ir en contra de ciertos intereses. El Banco Central de Austria denunció a los Schillings como un crimen contra la moneda nacional ante la Corte Suprema y en 1933 fueron prohibidos. Rápidamente, Wörgl entró nuevamente en recesión.
Un segundo país en el que se aplicó su teoría, es aquel que la vió nacer. En Argentina, durante la crisis que tuvo lugar entre los años 2001 y 2002, se aplicaron una serie de monedas tales como el “Patacón” en la Provincia de Buenos Aires, el “Lecop” a nivel nacional, los “Bocade” en la provincia de Tucumán, los “Bocanfor” en Formosa, los “Federal” en Entre Ríos, los “Lecor” en Córdoba, las “Letras” en Tierra del Fuego y los “Cemis” en Misiones, entre otras. Estas “cuasimonedas” sumaron un valor de 7600 millones de pesos y empezaron a ser sacadas de circulación bajo la administración de Roberto Lavagna como Ministro de Economía en el año 2003. El FMI siempre había mirado con malos ojos la emisión de estos bonos, y sus exigencias por eliminarlos fueron recurrentes a lo largo del tiempo. Recientemente, ante la crisis económica a raíz de la pandemia por Coronavirus, algunos medios de comunicación especularon acerca de una posible reimplementación, rumores que fueron descartados por distintos funcionarios del gobierno en distintas ocasiones.
El por qué de las historias
A lo largo de este año, desde Historias Económicas hemos intentando rescatar los relatos de figuras invisibilizadas, excluidas o directamente borradas de la historia del pensamiento económico. Al mismo tiempo hemos publicado algunas notas donde cuestionamos las enseñanzas recibidas, y lo mucho que influye la interseccionalidad (cómo se relacionan la clase, el género, la raza, la sexualidad, etc.) a la hora de hacer economía. Es por eso que nuestra intención nunca ha sido la de ser un mero entretenimiento dominical, sino más bien una herramienta a partir de la cual posicionarse desde otro lugar (quizás uno más incómodo) a la hora de estudiar, debatir y construir.
Celebramos haber logrado publicar 13 notas y un podcast desde nuestro lanzamiento en agosto, y agradecemos a todxs lxs que nos acompañaron y leyeron en el camino. También festejamos que desde el Ministerio de Economía hayan empezado a publicar a autores nacionales (y esperamos que en algún momento, autoras) a través de su sello editorial.
Creemos que estos proyectos, y muchos otros, suponen un punto de partida para una meta que siempre está lejos: el hecho de vivir en un mundo más justo. Pero todo esto será en vano si los aportes que recuperamos no los incorporamos a nuestras reflexiones cotidianas. Las historias que hemos contado a lo largo de este año, uno de los más difíciles para la historia de la humanidad, forman ahora parte de nosotros, y de nuestra forma de ver el mundo. Esperamos que lo mismo ocurra con ustedes, y podamos reencontrarnos en mejores circunstancias en 2021.